DAVID TENIERS II (y Taller) - Juego de bolos
AMBERES 1610-1690 BRUSELAS
29. “Juego de bolos” Óleo sobre tabla
Medidas: 46 x 30,5 cm

Nació en Amberes en 1610 en una familia de artistas. Su padre David Teniers I fue su primer maestro. En 1633 año en que fecha sus primeros cuadros, ingresa en la Gilda de San Lucas. Las pinturas con escenas de interior y tabernas de esta época, tienen la influencia de Brouwer que fue uno de sus maestros, sin embargo, las kermesses y los temas populares, la de su suegro Jan Brueghel de Velours. Tuvo gran fama y una gran producción. Sus obras fueron muy solicitadas en los Países Bajos y todo Europa. El Archiduque Leopoldo lo contrató como conservador y pintor de cámara. A su servicio hizo copias de las mejores pinturas italianas de su colección. En 1664 fundó la Academia de Amberes y murió en la misma ciudad en 1690 a los 80 años.
Sin duda el hecho de ser el pintor de corte del Archiduque Leopoldo Guillermo fue esencial para David Teniers II. Fue precisamente el Gobernador de los Países Bajos quien dio a conocer la obra del pintor entre las cortes europeas del momento. Quiso obtener título de nobleza y no pudo conseguirlo porque la concesión dependía de que dejara de pintar. Ante tal dicotomía, abandonó su deseo de ser noble y continuó con la práctica de la pintura hasta el fin de sus días.
La pintura de género fue muy bien considerada en los Países Bajos. Teniers se aleja de los temas heroicos y mitológicos de las obras de Rubens para acercarse a los aldeanos y a las costumbres de la vida cotidiana, al igual que su suegro y también maestro Jan Brueguel de Velours. Idealiza las kermesses y los juegos populares y suaviza las escenas de interiores de taberna, más poéticas que las de su primer maestro Brouwer. Sus pinturas son auténticos documentos de las costumbres de la época.
En el siglo XVII en los Países Bajos disfrutar de la vida era una filosofía muy apreciada por el público en general y por la clientela de David Teniers en particular los pintores de este género gozaban de gran prestigio. No sucedía lo mismo en España, donde la crítica y los tratadistas de la época, creaban una distancia jerárquica entre unos y otros pintores, Pacheco y Carducho tratan con desdén a los que se dedican a ”esta vulgaridad”.
El juego de bolos se hace muy popular en el siglo XVII en los Países Bajos. Teniers lo representa en varias versiones: National Gallery Scotland, Museo del Prado, Madrid, National Gallery de Londres, Country Museum de los Angeles y otro en colección privada que parece estar basado en nuestra pintura. En este cuadro, en la gran calidad de las figuras vemos la mano de David Teniers en los primeros años de su carrera, hacia 1640. El paisaje de fondo nos muestra la ciudad de Amberes con sus pináculos de Iglesias y catedral.
La escena capta algo que fue habitual en la época, una apacible reunión de esparcimiento lúdico. El artista trata de representar a sus contemporáneos caracterizándolos con rasgos extraídos de su observación perspicaz. El conocimiento anatómico de David Teniers es asombroso, sus figuras tienen la flexibilidad del natural. Este desfile de personajes de diversas edades y constituciones físicas, de gestos y actitudes, se muestran como un catálogo de seres genuinos y vitales de la época.
El marco de la escena parece una zona de los arrabales de la ciudad, son techos de paja. El espacio queda definido en síntesis, los planos en profundidad se logran, con economía de medios, magistralmente. El dominio del color se pone de manifiesto con brillantez. Es un momento de la tarde de un día de verano. Las sombras alargadas anuncian el crepúsculo. El color es cálido y rosado. El pintor utiliza todo su magisterio en dotar a la escena de naturalismo y veracidad. Los personajes son captados en un dialogo de actitudes, vivaz y documental. Las ropas, los movimientos, el detalle, sitúa a esta bucólica escena ante nuestros ojos con una autenticidad extraordinaria. Somos espectadores y podemos imaginar sin esfuerzo los matices de la vital escena.
Esta obra con sus singulares arrepentimientos nos ofrece un documento de la forma tan viva y espontanea de trabajar del maestro, capaz de cambiar la composición y los personajes sobre la marcha. Una expresión de las dotes excepcionales de David Teniers en un momento temprano de su carrera artística.
El dibujo subyacente, claro y nítido, se puede apreciar casi a simple vista y con una cámara de infrarrojos podemos observar la cantidad de cambios que ha hecho en las posturas y movimientos de los personajes, sobre todo en las figuras del primer plano a la derecha del cuadro.
Bibliografía de esta obra: RKD (la Haya) nº: 271628
Bibliografía referente a este autor: Thieme&Becker, vol 32; Benezit; F. C. Legrand: “Les peintres flamands de genre XVII s.”, 1963; M. Klinge: “Adrian Brouwer-David Teniers the younger”, Noortman&Brod, 1982; M. Klinge: “David Teniers de Jonge”, Antwerpen, KMVSK, 1991; M. Díaz Padrón: “Catálogo pintura flamenca s. XVII en el Museo del Prado”. 1995; M. Klinge und Lüdke: “David Teniers der Jüngere 1610-1690”, 2006.
Museos que poseen obra de este autor: Prado (Madrid), Nattional Gallery (Londres), Louvre (París), MRBAB (Bruselas), KMSK(Amberes), Rijk-museum (Amsterdam), A. Pinacoteca de Munich, etc.