PAMPLONA (1561-1632) – DOCUMENTADO (1600-1638)
49. Anunciación
Escultura en madera dorada y policromada
Medidas: 130 x 78 cm.
El siglo XVI es el periodo de esplendor del arte navarro, coincide con el desarrollo cultural y humanístico que disfrutó Navarra en la época. Se crean las imprentas, los impresores de Estella editan a Garcilaso, Boscán, Nebrija etc., a la vez que se desarrollan en dicha ciudad y en Tudela los Estudios de Gramática. Es la escultura la que destaca en todas las artes y se sitúa a la cabeza de la actividad artística. Navarra se llena de retablos, desde las grandes iglesias de las ciudades, hasta las ermitas de los pueblos más pequeños. El Romanismo se impone en España, la Roma de Miguel Angel, es el arte de Felipe II y del Escorial. Gaspar Becerra con su retablo de Astorga es el introductor y Juan de Anchieta que ha trabajado con él en dicho retablo, introduce el estilo en todo el País Vasco, Aragón y Navarra.
La influencia de Gaspar Becerra, las obras de López de Gámiz, además de las composiciones de Juan de Juni se mezclan felizmente en el arte de Anchieta. Se impone el Romanismo en todo el Reino y en el País Vasco, unos tipos y unas formas que agradan en la zona y que representan personajes hercúleos, heroicos de fuerte temperamento que imitan las obras de Miguel Angel, sobre todo al Moisés y con las que se identifican los habitantes de la zona.
El tema generalmente es religioso acorde a las exigencias de la Contrarreforma, después del Concilio de Trento. En 1576 el Romanismo se implanta definitivamente en Navarra, se siguen a rajatabla las normas del Concilio, incluso a veces llegan a borrar o tapar pinturas que consideran indecentes. Se especifica que nadie puede diferenciarse, las mismas composiciones, los mismos temas, uniformidad para todos los artistas. Después de Anchieta, los artistas son navarros de origen, viven en la comarca y trabajan en ella. El maestro deja cantidad de seguidores que enlazan con el Barroco.
Las Constituciones Sinodales fueron promulgadas en 1590 por D. Bernardo de Rojas y Sandoval, en la Diócesis de Pamplona. Ponen en vigor las normas de Trento, en 1591, una de ellas es que las esculturas se hicieran doradas y estofadas, no con vestidos. Prohibía encargar nuevos retablos, sin pedir licencia al vicario general, se crea la figura del veedor. Las obras se contrataban, se hacían escrituras e intervenía el Notario y el Vicario, evitaban que se hicieran sin conocimiento del obispado, aunque les agradaba esa euforia de los pueblos por hacer nuevas iglesias y retablos. Así frenaban y ordenaban una situación que se había creado por la cantidad de obras que se encargaban
en aquellos años y que al no tener normas a las que atenerse se solicitaban sin tener los medios para pagarlos, se prohibía iniciar obras si no se podían pagar.
La escultura Romanista estuvo al servicio de la iglesia, en Navarra el Romanismo fue el Arte de la Contrarreforma, que lo impulsó, pero también era el gusto de las gentes del pueblo porque el estilo coincidía con su carácter. Se dio una gran demanda de retablos. Los escultores viajaban, compraban la madera para todo el retablo y se ocupaban de todo el proceso. Algunos eran entalladores y ensambladores y muchos gozaban de la protección del Obispado, como es el caso de Domingo de Bidarte, al que protegió el obispo D. Antonio Zapata. Domingo Bidarte de oficio ensamblador, vivió en Pamplona, aprendió su oficio en Estella de la mano de Bernabé Imberto, colaboró con Ambrosio Bengoechea y Pedro González de San Pedro, empezó a trabajar en esta ciudad a principio del siglo XVII. Casó a su hija con Domingo de Lussa, escultor que trabajaba en su taller. Juntos acapararon todos los encargos de la zona. También se conoce la colaboración de estos dos maestros con Martín Echeverría.
Ambos artistas desarrollaron su carrera en una época dorada para el arte navarro. Fue en ese momento cuando se levantaron los mejores monumentos y manifertaciones del arte renacentista y después barroco. Pamplona y localidades como Tafalla, Larraga, Lerín, Mendigorría y Miranda de Arga, albergan en sus cascos históricos, iglesias, pinturas y retablos que reflejan la búsqueda de la belleza, el equilibrio y los avances artísticos, como sucedía en Europa.
Este relieve representa el tema de la Anunciación, que fue es-pecialmente apreciado por los artistas del Renacimiento. La composición aparece dominada por el arcángel San Gabriel. La monumentalidad de las figuras de estos escultores, nos traen recuerdos de Miguel Angel, aunque también observamos notas que nos llevan al arte borgoñón de la Edad Media como los cabellos rubios ondulados o los rostros de mandíbula cuadrada y mejillas sonrosadas de ambos personajes. La riqueza y colorido de la policromía original, realza la calidad y finura del relieve.
Bibliografía: García Gainza, María Concepción: ”La escultura Romanista en Navarra”, Gobierno de Navarra, 1985; Biurrum T., “La escultura religiosa y Bellas Artes en Navarra durante la época del Renacimiento”, Pamplona 1935; Castro JR., “Cuadernos de Arte Navarra, escultura”, Pamplona 1949.