BORGOÑA 1500
52. Virgen con Niño
Piedra de Tonnerre, dorada y policromada Medidas: 71 cm.
Al final de la Edad Media, los Países Bajos fueron el centro económico y cultural de Europa. Gracias, sobre todo al comercio de la lana, surgió una burguesía acomodada que demandaba objetos lujosos y suntuosos: pinturas, escultura, tapices, joyas, pequeños retablos de devoción etc. Los comerciantes que viajaban al norte, volvían a su tierra cargados de obras de arte.
Jan van Eyck había visitado nuestro país en 1428 dejando huella en los artistas de la época; España tuvo una especial relación con los Países Bajos, muchos de sus pintores y escultores se trasladaron a Castilla, unos llamados por la reina Isabel, amante del arte flamenco y otros atraídos por la riqueza y el lujo de la corte, que los acogía a todos, para que embellecieran sus iglesias y sus palacios.
En la segunda mitad del siglo XV trabajan grandes escultores flamencos, de la talla de Gil de Siloé, Alejo de Vahía, Felipe Bigarni, Juan Guash etc., decorando iglesias y catedrales y tallando encargos privados de devoción. Además de estos escultores y pintores que se trasladan a nuestro país, llegan obras de genios flamencos transportadas por los comerciantes o encargadas directamente por la nobleza española. En los Países bajos, surgen varios centros importantes de escultura: Bruselas, Malinas y Amberes.
Según D. Joaquín Yarza, la etapa de fines del siglo XIV a principio del XVI es la época más brillante de la escultura europea occidental. Al margen de Italia, en Francia, Borgoña, Países Bajos, España y centroeuropa, trabajan un grupo de magníficos escultores de alta calidad y una mayoría de calidad media alta. Se esculpe en mármol, alabastro, piedra, madera. etc.
La escultura se ha independizado totalmente de la arquitectura, aunque haya arquitectos que siguen siendo también escultores, y que continúan trabajando en portadas y retablos. Las impresionantes figuras de piedra que decoraban las portadas de los templos, han ido desapareciendo aunque, todavía se siguen colocando algunas. Se tallan esculturas exentas, en piedra, pero sobre todo en madera.
El sepulcro llega a los grandes escultores, se utiliza el mármol, también el retablo se organiza de forma más compleja, esculturas de bulto redondo, relieves, grupos, figuras sueltas etc. En los Países Bajos, los retablos mezclan pinturas en las puertas y esculturas en el centro del retablo, todo sobre madera, por la magnífica calidad de la que ellos producen, el roble, a veces en su color u otras policromadas.
la elegancia de las antiguas esculturas del siglo XIII, se hace más delicada y amanerada en la segunda mitad. La figura se quiebra, se dobla,tiene rasgos muy amables, similares a las pinturas del gótico internacional. En la segunda parte, las modas llegan del norte, Flandes o Alemania; los plegados se amplían, todo es más duro, metálico, la escultura se pinta a final de este siglo.
La policromía es fundamental y sumamente expresiva. Algunos artistas, con las carnaciones, crean efectos de un realismo sorprendente, con el color el efecto se multiplica. El dorado es muy importante, no se utiliza sólo por el efecto de riqueza sino que sirve para reflejar la luz con gran intensidad.
Esta escultura de la Virgen con el Niño es de gran calidad, tanto en su ejecución como en su policromía y dorado. Podemos ver, como en ella, están todas las características del gótico en los Países Bajos de la segunda mitad del siglo XV. En Lovaina, centro de arte gótico por excelencia, trabaja el llamado Maestro de la Madonna de Pietrebais, cuyas características coinciden totalmente con esta escultura, podemos ver las del museo de Lovaina, museo de Cluny en París o las de algunas iglesias de la ciudad. Observamos, cierto apego a la tradición gótica en algunos elementos, como la ligera curvatura de la figura de María o en la abundancia de oro que decora sus mantos, que le da un aire etéreo, irreal. También en la figura del Niño, su gesto que mira con arrobo a la pera (símbolo de la fertilidad de Cristo encarnado o del amor divino por la humanidad) que sostiene su madre, nos muestra una naturalidad muy buscada por los artistas del Medievo como las Vírgenes del Quattrocento italianas, que a veces son entendidas como un trono para el Hijo de Dios.
Sin duda alguna, la característica más renaciente de esta es-cultura es la elegancia de la Virgen, que queda realzada por la curvatura que mencionábamos anteriormente. El tipo físico de la Virgen se acerca al canon de belleza de la época: una joven de cabellos rubios y ondulados que enmarcan un rostro de perfil redondeado y mejillas sonrosadas. Sus ojos son rasgados, de párpados y pupilas redondeadas que expresan dulzura y abandono ante los designios de Dios. Los ropajes, caen con pliegues en forma de V, muy típicos del arte borgoñón de la Edad Media, la luz resbala suavemente por ellos así como por las suaves y delicadas carnaciones del rostro.
Bibliografía: Crab Jan., “Het brabants beeldsnijcentrum Leuven”, Lovaina 1977; Yarza Luaces, J., “La escultura del Gótico Tardío”, Artehistoria.