AMBERES, 1549-1570?
18. Sagrada Familia y un ángel
Óleo sobre tabla
Medidas: 99 x 76 cm.
Activo en Amberes entre 1549 y 1575. Tenemos noticias de su adscripción a la Guilda de San Lucas en 1549 y la de su hija Isabel en 1575. Seguramente procedía de Brujas, como tantos maestros en la época, habiendo conocido allí las obras de A. Benson, Gerard David y Hans Memling. Tuvo un gran taller en Amberes dedicado a pinturas de pequeño formato y temática religiosa que exportaron a toda Europa. El apego de Coffermans al arte de los primitivos flamencos y principio del XVI es evidente en su obra, también utilizó modelos de grabados de Durero y Schongauer.
En esta pintura, es influencia es indudable, si bien es cierto que se aprecia cierta tendencia al equilibrio, lo que nos lleva al arte del Renacimiento. Dicho equilibrio viene marcado por el grupo de la Virgen y el Niño, sedentes en un trono de esquema arquitectónico mediante el que el artista crea un eje de simetría, con el que divide la tabla en dos partes diferenciadas. La Virgen, monumental en su atuendo rojo con ribetes de piel, destaca por su serena belleza. Con sus alargadas y elegantes manos sujeta al Niño, cuyo propio físico se acerca al de su Madre. El Niño se gira para recoger un racimo de uvas (símbolo de la Eucaristía) que le ofrece el ángel situado a la derecha de la composición.
Como hemos señalado anteriormente, estos tres personajes responden a la Belleza ideal del pintor, ya que como seres divinos que son comparten la piel nívea, los ojos almendrados y de expresión dulce, así como los gestos gráciles y el colorido esmaltado. A la izquierda se sitúa un hombre de rostro surcado por arrugas y ataviado a la moda del siglo XVI, que supone la inclusión de un verdadero retrato en la obra. Muchas de
las obras de Coffermans eran solicitadas por miembros de la burguesía de Amberes, comitentes que también requerían un retrato que fuera incluido en la pintura encargada, tal y como se venía haciendo desde la Edad Media.
La fuerza de ese retrato, así como de la Virgen, el Niño y el ángel reside en la manera precisa y detallada de pintar del maestro. Junto con la luz y las sombras, Coffermans perfila las figuras y crea volúmenes. Sin embargo, en los planos posteriores tiene la genialidad de aplicar menos materia y los colores, por tanto, se vas difuminando. De este modo, aumenta la sensación de lejanía e irrealidad, algo muy adecuado ya que este último plano ofrece al espectador una síntesis de la Jerusalén Celestial (Ap. 21), representada a partir de un edificio de planta de dodecaedro, lo que nos indica la extraodinaria cultura del pintor.
Bibliografía de esta obra: F. Lòpez Romero: “Naturaleza muerta y coleccionismo”, Museo Infanta Elena, Tomelloso (Ciudad Real), Cat. Exposición Noviembre 2011; Catálogo Theotokopoulos.
Bibliografía referente a este autor: Thieme&Becker; M. Friedländer: “Early Netherlandish Paintings”, Bruselas, 1969; M. Díaz Padrón: “Identificación de algunas ointuras de Marcelus Coffermans”, Boletín Museo de Bellas Artes de Bruselas, 1981; M. Rudolf de Vrijj: “Marcelus Coffemans”, Ámsterdam 2003.
Museos que poseen obras de este autor: Museo de Bellas Artes (Sevilla), Museo de Bellas Artes (Dijón), Museo Arqueológico (Madrid), Museo de Arte de Santa Bárbara (California), Metropolitan Museum (New York), Museo de San Carlos (Méjico). Museo de Arte de Cataluña, etc.