AMSTERDAM, 1508-1575
20. CORONACIÓN DE LA VIRGEN
Óleo sobre tabla
Medidas: 19 x 13 cm.
Pieter Aertsen nació en Ámsterdam en 1508, se trasladó a Amberes en 1535, donde aparece registrado en la Gilda de San Lucas, permaneció en la ciudad hasta 1555 que regresó a su tierra natal para llevar a cabo importantes encargos de monumentales retablos, allí murió en 1575. Por su altura se le conocía en los medios pictóricos de Amberes como “Pedrito el largo” (Large Pier). Su primera producción fueron pinturas religiosas, donde la acción se ambientaba en la actualidad, vestía y enmarcaba a los personajes a la moda del momento, siguiendo las recomendaciones de la Contrarreforma religiosa que defendía los relatos sencillos para acercarlos a la mentali-dad popular. Se preocupaba mas de los elementos secundarios y accesorios, cuidando mucho la representación de objetos, mobiliario, vajillas, y sobre todo, animales y comestibles, dejando en segundo plano los personajes y el tema de la obra que se desarrollaba en ambientes populares.
Sus pinturas religiosas, como esta Coronación de la Virgen, tenían una gran carga simbólica, tal y como acostumbraban a hacerlo los pintores flamencos. Pertenece a su primera etapa como pintor en Amberes, forma parte de un conjunto de varias obras que componían, seguramente, un retablo de la Pasión de Cristo. Con precisión técnica, espectacular paleta y brillante colorido, el estilo de esta pintura es más flamenco que holandés. Muchas de sus obras religiosas se destruyeron en las revueltas que asolaron a los Países Bajos en 1566 y en la quema de imágenes en Ámsterdam entre 1560 -1570
En esta representación podemos observar dos iconografías simultáneamente, la de la Coronación de la Virgen y la de la Inmaculada. La primera es una imagen que parte de una variación apócrifa relatada por Melitón, Obispo de Sardes, para ser difundida por la Leyenda Dorada de Jacobo de la Voragine (siglo XIII), según la cual, la Virgen fue coronada por Dios padre y Jesús, inmediatamente después de su asunción a los cielos. En cuanto a la Inmaculada Concepción, dogma, según el cual, Maria fue concebida sin pecado, por el abrazo de sus padres en la puerta dorada; en la Edad Media, esa idea fue rechazada por pensadores como Santo Tomás, pero durante la Contrarreforma, fue defendida por el Catolicismo en general, y por Carlos I y Felipe II en particular. Para su representación, los artistas tomaron elementos extraídos del Cantar de los Cantares o el Apocalipsis. Así, en la iconografía de la Inmaculada Concepción, la Virgen aparece coronada con doce estrellas, vestida de blanco y de pie sobre la luna, pisando al dragón apocalíptico.
Estas dos últimas características iconográficas de la Inmaculada, son las que aparecen en la obra de Pieter Aertsen. Delante de un bello rompimiento de gloria, y envuelta en nubes, surge la figura de la Virgen, ataviada con un vestido azul y un manto rojo. Estamos ante la evolución de la “Coronación de la Virgen»
y la “Inmaculada”. Encontramos la misma iconografía de esta obra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, pintura que posiblemente llegó a estas tierras, así como sus “Bodegones divinos”, por medio de comerciantes flamencos. Velázquez en su juventud los vio en Sevilla y es evidente su influencia y la dependencia que tiene de Aertsen en “La Vieja friendo huevos” y “Cristo en casa de Marta y María”.
Esta obra de Aertsen presenta una composición central y simétrica, con un dinamismo dotado por el movimiento equilibrado de algunos elementos obvios. El punto focal lo constituye el rostro de María, enmarcado y resaltado por el amarillo frío de fuerte intensidad cromática. El rojo de su manto con sus tonalidades rosáceas y carmines encamina la dirección visual hacia el fondo de verdes azulados del paisaje, que sitúa en el espacio las imágenes del grupo. Ascienden todos en ese recorrido visual hacia el amarillo luminoso del celaje. Los ángeles son el contrapunto dinámico de la escena, junto la rítmica entonación de las nubes.
Manierismo quintaesenciado, en esta pequeña gran obra maestra. La actitud y el gesto de María huye de las representaciones convencionales y típicas. Un cierto desdén, una mirada despreciativa hacia el maligno a sus pies, como surgida de una repugnancia incontenible. María virginal, no puede reprimir esa expresión que surge en todo su ser inmaculado. De muy alargado canon, cuerpo fibroso, delgado y juvenil. Lleva en brazos a un movido Jesús de raigambre Migelangelesca, musculoso y fuerte, en equilibrio inestable. Los ángeles nos remiten a los de los primitivos, que vestidos palpitan en su vuelo, con actitudes muy naturalistas. Sus rostros y ademanes son un alarde de realismo idealizado, una feliz conjunción entre esas dos tendencias o direcciones que se manifiestan como constantes polarizaciones a lo largo de las manifestaciones plásticas de todas las épocas y culturas. Toda la obra respira esa misma conceptualización plástica. Poetización sublime de los referentes, cántico matérico, música de tonos y matices, dibujo creador de lo invisible. Arte con mayúsculas, en una época en la que todo y nada es arte.
Bibliografía de referencia: Catálogo Galería Theotokópoulos.
Bibliografía refente a este autor: Van den Brink, Kloec, Buijs: “Pieter Aertsen”, Nederlands Kunsthistorisch Jaarboek 1989; Friedlander M., “Early Netherlandish painting”, vol. XIII, Bruselas 1975; Kreidl D., “Die religiose Malerei des Pieter Aertsens“, Viena 1972; Diaz Padrón M.,/ Garrido C., “Una Coronación de la Virgen de Pieter Aertsen en el Museo de Sevilla”, Archivo español de arte 1979.
Museos que poseen obra de este autor: Museo de Bellas Artes de Sevilla; Rijksmuseum de Amsterdam, Metropolitan Museum de New York, Suermondt Museum Aachen, Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa, Kuntshistoriches Museum de Viena, National Gallery de Londres, etc.