Description
En esta pintura del primer tercio del siglo XVI, se puede ver un tema iconográfico muy interesante, el de “Adán y Eva”, relevante por la gran cantidad de imágenes que nos ha proporcionado. Este asunto se trata por entero en el Génesis, el primer libro de la Biblia. En él se nos cuenta que Adán y Eva fueron los primeros y únicos habitantes del Edén. Tenían permitido vagar por todo el jardín y comer todos los frutos que éste les ofrecía, exceptuando las manzanas de un árbol al que Yahvé les prohibió expresamente acercarse. Sin embargo, según cuenta el relato bíblico, Eva no hizo caso de esta advertencia y comió una manzana que posteriormente dio a probar a Adán. Yahvé, al enterarse de esta evidente desobediencia, les echó del jardín y les castigó con una existencia marcada por el dolor, el trabajo y finalmente, la muerte.
Pues bien, a lo largo de toda la Historia del Arte han sido diversas las escenas escogidas por parte de los artistas para representar la iconografía de “Adán y Eva”, una de las pocas en las que les estaba permitido pintar desnudos. En esta obra, el artista ha optado por presentar la escena en la que está a punto de cometerse el Pecado Original. Rodeados por un agreste paraje al que se asoman diversos animales que, tal y como cuenta la Biblia, convivían con los primeros seres humanos que habitaron la Tierra, Adán y Eva se representan en un efectivo primer plano. A la izquierda de la composición, en un gesto muy naturalista,
Eva se pone de puntillas para alcanzar la manzana escogida, mientras que Adán, sentado sobre una piedra, se gira con gesto alarmado y parece advertir a su compañera de los peligros que entraña el hecho de comer un fruto que ha sido prohibido por Dios.
Como vemos, el sentido naturalista inunda la composición, y es que a finales del siglo XVI, a los artistas les interesaba representar a los personajes con un aire humanizado. Tanto es así, que hasta la serpiente que tentó a Eva pasa casi desapercibida, a pesar de que aparece enroscada alrededor del tronco del manzano. De este modo, se plantea un debate sobre la culpabilidad del hombre y la mujer que fue muy del gusto del momento. Pasando a aspectos más formales de la pintura, destaca por la corrección anatómica de las figuras, así como por el detallismo con el que el pintor ha llevado a cabo el paisaje. Ante todo, la composición resulta de una coherencia impecable, debido a la pincelada poco empastada pero muy plástica que inunda toda la tabla. Los colores verdes y terrosos del paisaje son acordes a las carnaciones de los personajes. A todo ello se le añade una utilización magistral de la luz, que marca las anatomías de las figuras y realza ciertos elementos naturales del fondo.
Bibliografía de esta obra: Catálogo Theotokopoulos.