Milán, principios del siglo XVI
Bronce. 26,2 cm de altura (21 cm el jinete; 21 cm el caballo). 39 cm incluido el pedestal de madera. Procedencia: Colección Tribulzio.
El jinete lleva una armadura diseñada a la manera del siglo XV, compuesta por cota de mallas y coraza, con protección de esca-mas en los muslos, guardabrazos y espinillera, con placas en las articulaciones, máscaras en los codos y cabezas de animal en los hombros. El caballo es de pequeña estatura y el aparejamiento el usual del Quattrocento. La montura está decorada con borlas y en la cabeza, en el centro de la frente, el caballo tiene una pequeña flor. También las orejeras presentan flores. Las crines caen muy ordenadas hacia la izquierda y son planas. Una cabeza de león adorna la parte central de la coraza del jinete. Tiene un orificio en la mano derecha donde llevaría una arma hoy desaparecida.
La técnica con la que ha sido vaciado y acabado este pequeño bronce es característica del Norte de Italia. Presenta unas paredes gruesas y un acabado minucioso en todos los detalles propio de un orfebre. El jinete se ha fundido por separado, lo que proporciona una información muy importante para reconocer su antigüedad.
Pomponius Gauricus en el Tratado «De Sculptura» publicado en 1504 dedicó varios párrafos a la iconografía del retrato ecuestre y a la posición del jinete afirmando que:
«Debería llevar generalmente en la mano derecha un bastón de mando, o una lanza, el sable o la maza, y la mano izquierda mantendrá siempre la dirección de las riendas.» 9
La descripción coincide exactamente con la Estatua ecuestre de Regisole, en San Teodoro, Pavía, realizada en 1505 que, aunque fue destruida, conocemos a través de grabados, sellos y copias poste-riores, lo que refleja la importancia e influencia que llegó a tener.10
El gran especialista alemán Herbert Keutner estableció un para-lelismo entre las estatuas de Marco Aurelio ecuestre del Capitolio romano y Regisole, la versión del Marco Aurelio de Filarete (como se ha visto en la introducción considerada el primer pequeño bronce del Renacimiento), y Héctor ecuestre también de Filarete, firmado y fechado en 1456, del Museo Arqueológico Nacional de Madrid.11 Todas estas obras tienen en común el movimiento del caballo a trote libre, cierta disonancia en su composición que la aleja del modelo clásico, la desproporción entre el jinete y el ca-ballo, y lo erguido de la figura. Características que reflejan las enseñanzas de Gauricus y que se pueden apreciar en el retrato ecuestre que se da a conocer en este catálogo.
Por otra parte hay que resaltar la gran influencia que tuvieron los Caballos de San Marcos, realizados en Roma en los siglos I-II después de Cristo que, desde lo alto de la entrada de la basí-lica de San Marcos de Venecia, fueron admirados por todos los visitantes de la ciudad y sirvieron de inspiración para este tipo de monumentos.
En 1482 Leonardo da Vinci se trasladó a Milán y recibió el en-cargo de la estatua ecuestre en bronce de Francesco Sforza. Un proyecto monumental que no se llegó a materializar (sólo rea-lizó entre 1490 y 1493 el modelo en terracota del caballo que alcanzaba los ocho metros de altura), pero que conocemos a tra-vés de varios dibujos, y de la estatuilla ecuestre de Francisco I
como un héroe, bronce, de 24,3 cm, que se conserva en el Museo de Budapest.12
Uno de los últimos proyectos de Leonardo fue el retrato ecuestre del Condottiero Gian Iacomo Trivulzio (1441-1516), que en 1483 pasó a formar parte de los ejércitos franceses. Después de la invasión de Mi-lán en 1499 Luis XIII le nombró Gobernador del Ducado. Para este encargo, que debía coronar el monumento funerario de Tribulzio en la iglesia de San Nazario en Broglio, Leonardo recuperó las ideas del monumento Sforza pero lamentablemente tampoco se llegó a reali-zar. Entre los seis bocetos sobre la estatua ecuestre que se conservan en Windsor, Royal Library, uno de ellos, fechado h. 1510-1511, pre-senta un modelo idéntico al de nuestra escultura ecuestre. (Fig. 1)
En Moscú, en el Museo Puskin se conserva una réplica del retrato ecuestre. Identificado como Erasmo Tribulzio. El es el mismo mode-lo (según la fotografía), mientras que el caballo, aparte de estar sobre las patas traseras y no al paso, técnicamente está mucho menos aca-bado. Está catalogado como Escuela de Agostino Busti «Il Bambaia» (Milán, 1483-1548). Aunque Bambaia no trabajó el bronce, quizá la atribución está basada en el modelo de jinete que guía un caballo, en un relieve en mármol que se conserva en Londres, en el Museo Victoria and Albert o en el del Carro triunfal del mismo Museo. En Madrid, en el Museo del Prado se guardan dos relieves procedentes de la tumba de Gastón de Foix que contienen modelos similares.13
Por otra parte, en el Museo del Louvre hay una estatuilla ecuestre de Gian Francesco Gonzaga, marqués de Mantua, de bronce, 31, 5 cm de altura que tiene una composición idéntica y ha sido cata-logada como italiana del Renacimiento.14
Este grupo ecuestre es un magnífico ejemplo de la producción del Norte de Italia, en la región del Lombardía y el Véneto. El tema fue considerado pieza esencial del Studiolo y objeto de deseo de los humanistas. No sólo por contribuir a perpetuar la memoria del retratado enlazándolo con «el antiguo», sino también por la belleza y el naturalismo de la composición.
9 P. Gauricus, De Sculptura (1504), ed. A. Chastel y R. Klein, Ginebra-París, 1969, p. p. 58,
nota 79.
10 Xilografía, Statua Papie, 1505, Milán, Castello Sforzesco, Biblioteca Trivulziana.
11 Héctor ecuestre, Antonio Averlino «Filarete» (Florencia, c. 1400-Roma, 1469). Milán 1456, Firmado y fechado en la parte interior del pedestal: «OPVS ANTONIY/1456». Bronce, 27, 5 x 25, 5 x 12, 5 cm, Museo Arqueológico Nacional, Madrid, inv. 52.173. R. Coppel, «A newly discovered signature and date for Filarete’s Hector», The Burlington Magazine, vol. CXXIX, nº 1017, december 1987, pp. 801-802.
12 El monarca está representado como el legendario rey Arturo ya que como él cruzó los Al-
pes y conquistó Lombardía. M. G. Aggházy, Italian and Spanish Sculpture, The Budapest Museum of Fine Arts, Budapest, 1977, nº 30.
13 J. Pope-Hennessy, Italian Renaissance Sculpture. An introduction to Italian Sculpture,
Oxford, 1986, pp. 80-81, 327-328.
14 H. Landais, Les Bronzes Italiens de la Renaissance, París, 1958, pp. 50-51, lám. XVI; P. Malgouyres, De Filarete à Riccio. Bronces italiens de la Renaissance (1430-1550). La co-llection du Musée du Louvre, París, 2020, p. 394, nº 342.