BORGOÑA 1500
52. Virgen con Niño
Piedra de Tonnerre, dorada y policromada Medidas: 71 cm.
El Ducado de Borgoña fue uno de los focos artísticos más importantes durante la Edad Media. Los duques favorecían el desarrollo de las artes, no sólo de la pintura y escultura sino también de la música, poesía, libros miniados etc. La corte de Borgoña era un paraíso privilegiado en occidente donde todas las artes tenían cabida, el lujo y la belleza era lo cotidiano en la corte; los duques se trasladaban de un palacio a otro continuamente, seguidos por todo su séquito y una especie de familia que se había formado en torno a ellos. El duque exigía que su cortejo diera buena impresión, que cuidasen su presencia y demostraran su elegancia. Enamorados del fasto no escatimaban en lujos sino todo lo contrario.
Felipe el Bueno fue el hombre más poderoso del siglo XV y seguramente el más elegante. Le imitan sus cortesanos primero y luego casi todas las cortes europeas; en su forma de vestir, en cultura musical, literaria y artística. A sus ordenes está el canciller Rollin, que contrata a los mejores pintores para el duque; entre ellos a Jan van Eyck, Roger van der Weyden, etc. La corte de Dijón, eclipsó a la refinada corte francesa, tanto económica como culturalmente, con un estilo de vida “borgoñona” ( fasto, lujo, belleza, elegancia, disfrutar de la vida, buena comida y espectáculos).
Las ciudades flamencas eran prósperas y muy pobladas, se enriquecieron con el comercio de los paños, gracias a los puertos de Brujas y más tarde de Amberes. En sus calles vivían los banqueros más poderosos y los cambistas italianos, estos apreciaban el arte de los pintores flamencos, al igual que los comerciantes o nobles que llegaban en sus viajes para comerciar con la lana u otros productos, y que agradecían al duque el fasto y el esplendor con que se rodeaba y les hacía partícipes del lujo de una corte singular. Borgoña era una fuente de prosperidad.
Esta magnífica escultura de la Virgen con el Niño, está tallada en piedra, de un pueblecito de Borgoña, al norte de Dijon cuya cantera producía una piedra de calidad superior. Grandes maestros de la escultura trabajaron con piedra de Tonnerre: Jean de Marville, Klaus Sluter, Juan de la Huerta, Klaus Werve etc. El arquitecto de la Basílica de Saint Urbain en Troyes, una de las construcciones medievales más avanzadas, quiso llevar esta piedra para esculpir los grupos escultóricos, las tracerías
y los arcos. Para economizar los gastos del largo viaje, la utilizó solamente para los elementos delicados de la construcción, comprando otra piedra de Borgoña más corriente, para las partes menos visibles. En el siglo XVIII el gran escultor francés Claude Michel Clodión utilizó en varias de sus esculturas la piedra de Tonnerre.
En este contexto trabaja el escultor de esta Virgen. El refinamiento de la imagen coronada, la belleza de su rostro y la elegancia de sus ropajes, son propios de los escultores borgoñones del siglo XV. Nos encontramos en ella la mezcla de un estilo elegante, de drapeados de tradición gótica con sutiles detalles, anunciando el Renacimiento francés, como el Niño atrapando con sus dos manos el velo de su madre, y la dulzura de la Virgen que coloca el manto sobre su brazo, o la flexión de una de sus piernas marcando una postura muy clasicista, en homenaje al contraposto griego. Queda subrayada gracias a los lujosos ropajes dorados que caen de manera sencilla y equilibrada.
El elemento que rompe la serenidad que inunda a la figura de María y que da movimiento al conjunto escultórico es el Niño quien mostrando una actitud típica de su edad, intenta soltarse del regazo de su madre, lo que provoca que la Virgen gire su cabeza para observarle. El rostro de María, es un ejemplo del tipo de belleza que representaban los escultores borgoñones, rasgos redondeados y acabados en una barbilla ligeramente puntiaguda, los cabellos rubios, cayendo de manera natural sobre la espalda, la sutileza de las carnaciones de ambas figuras, son constantes en las esculturas borgoñonas de transición del siglo XV al XVI
Es interesante observar su policromía original, en azules, dorados y verdes. Casi ninguna escultura en piedra de esta época mantiene su policromía original; salvo raras excepciones, la han perdido toda. En algunas se pueden apreciar ligeros restos de color en las dobleces de los plegados o en los rostros.
Bibliografía: WIXOM, W.D., “Late Medieval Sculpture in the Metropo-litan, 1400 to 1530”; ENGELEN, C., “Le Mite du Moyan Age”, Lovai-na 1999; BOCCADOR, J., “Statuaire Médiévale en France de 1400 á 1530”, Suiza 1974.